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viernes, 5 de julio de 2013




La noche que le pertenece al día, cuando el tumulto de las impresiones se vienen sobrecargando a pensar de forma universal comenzando a zentirse ligero un milenario cada uno, desde la conciencia colectiva, especie tan imprevisible de, no lugares sino de aquello que lo toma a uno, el estandarte de su suerte y un vago sentimiento de orfandad sin ello es por lo cual fue una pérdida tan irresoluble, deseábamos que feneciera una-parte-de-querer-quitar-el-alma, todos quimeras como ignorantes de ésta misma, por la que de hecho entre el desnudo aunque llevara apellido, Ustedes, los poderosos estén alistados en lo contrito, en cada una de las suyas.
Después de algunos datos junto a las manos propias, pero la noche oscura no había terminado, hallábanse las penumbras tratando de localizar endopistas de una civilización tanto por lo menos que si se manifestara por su propia voluntad las indefiniciones hacia una pendiente por donde se hallaren arrancando un lugar interior para infundir al menos en lo sucedido de tal contacto apenas uniera tan extáticamente el mar en el que se vuela, el cielo en el que navega demasiado temeraria irrumpirle al silencio, una vez que a entender la intención o sentido de la tal intervención, al sempiterno creador que por la meditación, si no conociera la profunda simplicidad, del silencio sin pensar que se tratara de una ironía, estaba entre la órbita de dos autores distintos: uno empecinado a proseguir el largo ayuno cognitivo, el otro relajándole a pensar ya por cuenta propia, pues aún aquellos santurrones literatos y expertos-de-los-temas-sobre-quién-sabe-qué-cosa son iletrados alistados de la experiencia en pequeña persona.
[Hay que tenerse demasiado en estima para creerse uno experto o docto]
Ese silencio ya no ha de querer decir, sino que dice desde dentro de los criterios y móviles que le prevalecen a la memoria, semejante camino donde el mutismo apareció como sempiterno resorte, nuevo a fundar una preparación intelectual de parte de los iniciadores hasta dejarse uno refutar la voz propia, en estas curiosas destrezas tratando de acomodar en el sentimiento cada uno de los apostrofes a sus enseñanzas, sin la cual no lograría exigir una recomendación para el ser mismo [sin embargo], las poderosas aprobaciones juraban ser fieles a lo que se deja influir por el poder y presupone casi mostrársenos y escuchan como entelequia aquellos hermanos que al decirnos perspicaces con los ideales de un planeta anímicamente sensible indican una atmósfera cargada; logosfera como habitación del ser, Era como-cuando-donde evolucionando a formas primigenias se reitera la unión según su corazón, según su desapropiación.

Endopistas sin oposición y más bien posibilidades fractales con exquisita versión de este planeta-alma indefinidamente con lo que guste revestirlo, para tener en ello una morada estable, para tener a la mañana siguiente una noche más y me hubiera permitido soñar.

@Harold Rosethe